Así se evita algo que pudo haber sido mucho peor. La historia sigue con ambulancias y hospitales, quejas reproches y pordioses, pero nada realmente malo ha ocurrido. Esa noche cenamos juntos para celebrar que un nuevo encuentro fue posible y que pese a las dificultades seguimos creciendo!
sábado, 20 de junio de 2009
El campeonato desde un punto de vista levemente diferente =) (Segunda parte)
Así se evita algo que pudo haber sido mucho peor. La historia sigue con ambulancias y hospitales, quejas reproches y pordioses, pero nada realmente malo ha ocurrido. Esa noche cenamos juntos para celebrar que un nuevo encuentro fue posible y que pese a las dificultades seguimos creciendo!
El campeonato desde un punto de vista levemente diferente =) (Primera parte)
Todavía es de noche y nos alejamos de la ciudad que se insinúa como una cúpula luminosa allá atrás, en el horizonte. Por encima de los edificios más altos pueden distinguirse unos pequeños destellos, aquí y allá dispersos a lo largo de la ciudad. Son ángeles. Todas las noches dos bandos opuestos, los caídos y los celestes, se entrelazan en una lucha sin descanso. Pelean sin reparos. Como usan las mismas armas, no tienen claro de qué lado está cada uno. Por eso, lo bueno y lo malo se entrelaza por la noche.
Más abajo, los seres pedestres caminan por las calles de Santa María de los Buenos Aires sin mirar al cielo. Transcurren, ignorando que sobre sus cabezas se libra un combarte feroz entre ángeles enloquecidos. No es fácil verlos, pero allí están, como todas las noches decidiendo con su batalla el destino de la urbe.
Pero ya está amaneciendo y dejamos atrás esta historia inconclusa. La Duna de Juan Re nos lleva por una ruta mil veces transitada, mil veces deseada, mil veces odiada. Es la ruta dos, estamos camino a San Clemente y tenemos por delante una fiesta compuesta de viento y velas y buggys y amigos. La duna pisa firmemente el asfalto y avanza con decisiòn, quiere dejarnos en rasa lo antes posible. Sin que lo notemos, un par de ángeles siguen al vehículo por encima del techo y viajan con nosotros. Van al Campeonato Argentino de Kitebuggy, que se materializa cuando más de 25 pilotos arriban a Punta Rasa y levantan sus velas.
En la pista está Gabriel, dispuesto a sostener el título de campeón argentino de kitebuggy. Pero también está Rodrigo, convencido de que él (o su vela?) ganará un lugar destacado en la contienda. Allá a lo lejos lo vemos a Ricardo, que ya no quiere quedar afuera. Nacho levanta su vela, mientras Germán pasa a su lado perseguido de cerca por Flavio, quien está corriendo una carrera secreta a Juan, que pasa distraído ignorando que es parte de una competencia no declarada. Juan Pablo y Fernando testean sus nuevas velas, Nico descansa luego de haber rodado bastante, Palo toma mate al costado del camino, Guille prepara una carpa con forma de paraguas. Roberto y Leandro charlan un rato antes de comenzar a rodar. Daniel y Agustín, a lo lejos viran para comenzar a volver. Recién llegan Gustavo, Cesar y Lucas y están alistado el equipo.
A su turno, cada cual corre por la pista para probar si su vela es la correcta, si la presión de sus ruedas en la adecuada o si algo más puede mejorarse.
Cada piloto está acompañado por una entidad celeste que lo cuida. A veces, esforzando los sentidos, es posible verlos por el rabillo del ojo. No todos son iguales: mientras los arcángeles surcan el cielo con un vuelo majestuoso, los querubines proponen un juego más dinámico y vuelan rasantes por el piso, suben y bajan velozmente.
En algún momento de la tarde Mariano llega con su auto y Gastón hace una aparición inesperada para luego diluirse sin que lo notemos.
Llegó el momento. Larga la primera manga y todos los corredores salen ciñendo, hasta llegar a la primera boya, en donde doblan y toman velocidad.
Vuelan pisando la tierra.
Algunas velas caen, otras de aceleran al salir de las curvas. Es una fiesta, que requiere pericia y llena al cuerpo de adrenalina. Después de ocho vueltas los pilotos terminan la carrera con ganas de más!
(sigue más luego...)
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