lunes, 27 de julio de 2009

sábado, 20 de junio de 2009

El campeonato desde un punto de vista levemente diferente =) (Segunda parte)

Va la segunda parte (con las necesarias disculpas a Leopoldo)...!!!




Es el segundo día y llegamos nuevamente a la pista. Estamos a instantes de la largada de la segunda manga. Los pilotos están tensos y se mueven en busca de una buena posición para la salida. El viento es fuerte, pero no firme y obliga a corregir constantemente las velas. Minutos de nerviosismo, la largada se estira y los pilotos sienten un escozor en la nuca. Por fin, llega el anuncio: un minuto para la largada! Todo listo, la cuenta regresiva se activa y los pilotos extreman su atención. Cuando solo faltan 30 segundos el aire se enrarece. Los perros ladran y los niños tienen pensamientos oscuros, que no llegan a comprender. Una entidad celeste surca el cielo. Es el más completo de todos los ángeles, caído en batalla, que pasa por encima de los corredores con rumbo desconocido. Nuestros ángeles guardianes se distraen viendo pasar a quel que supo ser el más grande de todos (o que quizás lo siga siendo…).









Más abajo, el aire se perturba a su paso y el viento desaparece durante un par de segundos. Es tiempo suficiente para que varias velas caigan al piso al mismo tiempo. Apenas faltan 10 segundos para la largada y hay gente corriendo para acomodar las que yacen en el suelo. Tensión en la pista. Un piloto logra levantar su vela y cuando ésta alcanza el cenit, pierde presión y cae nuevamente. Pero antes de tocar el suelo vuelve a inflarse, arrogando al corredor sin control hacia delante. Luego, todo trascurre como si fuera en cámara lenta. Vemos un piloto volando desenfrenadamente hacia unos vehículos y el golpe es inminente. Intenta accionar el sistema de seguridad pero está trabado. Por delante hay una puerta entreabierta y un nene que no es conciente de lo que va a suceder. El ángel guardián del piloto todavía está perdido en el cielo. Permanece mirando al ángel sin nombre alejarse en el horizonte y solo en ese momento toma conciencia de su descuido. Abre su boca y lanza un grito sordo. Vuela desde las alturas al sitio en donde el desastre está por manifestarse. Vuela el ángel en picada y ya es tarde para evitar lo inevitable, pero pasa como un rayo por encima del auto y llega justo a tocar con su índice la frente del niño cubriendo la escena con la estela que deja a su paso.





Así se evita algo que pudo haber sido mucho peor. La historia sigue con ambulancias y hospitales, quejas reproches y pordioses, pero nada realmente malo ha ocurrido. Esa noche cenamos juntos para celebrar que un nuevo encuentro fue posible y que pese a las dificultades seguimos creciendo!





El campeonato desde un punto de vista levemente diferente =) (Primera parte)

Este es un relato sobre el encuentro de rasa... al menos es mi experiencia en ese encuentro!




Todavía es de noche y nos alejamos de la ciudad que se insinúa como una cúpula luminosa allá atrás, en el horizonte. Por encima de los edificios más altos pueden distinguirse unos pequeños destellos, aquí y allá dispersos a lo largo de la ciudad. Son ángeles. Todas las noches dos bandos opuestos, los caídos y los celestes, se entrelazan en una lucha sin descanso. Pelean sin reparos. Como usan las mismas armas, no tienen claro de qué lado está cada uno. Por eso, lo bueno y lo malo se entrelaza por la noche.



Más abajo, los seres pedestres caminan por las calles de Santa María de los Buenos Aires sin mirar al cielo. Transcurren, ignorando que sobre sus cabezas se libra un combarte feroz entre ángeles enloquecidos. No es fácil verlos, pero allí están, como todas las noches decidiendo con su batalla el destino de la urbe.



Pero ya está amaneciendo y dejamos atrás esta historia inconclusa. La Duna de Juan Re nos lleva por una ruta mil veces transitada, mil veces deseada, mil veces odiada. Es la ruta dos, estamos camino a San Clemente y tenemos por delante una fiesta compuesta de viento y velas y buggys y amigos. La duna pisa firmemente el asfalto y avanza con decisiòn, quiere dejarnos en rasa lo antes posible. Sin que lo notemos, un par de ángeles siguen al vehículo por encima del techo y viajan con nosotros. Van al Campeonato Argentino de Kitebuggy, que se materializa cuando más de 25 pilotos arriban a Punta Rasa y levantan sus velas.
















En la pista está Gabriel, dispuesto a sostener el título de campeón argentino de kitebuggy. Pero también está Rodrigo, convencido de que él (o su vela?) ganará un lugar destacado en la contienda. Allá a lo lejos lo vemos a Ricardo, que ya no quiere quedar afuera. Nacho levanta su vela, mientras Germán pasa a su lado perseguido de cerca por Flavio, quien está corriendo una carrera secreta a Juan, que pasa distraído ignorando que es parte de una competencia no declarada. Juan Pablo y Fernando testean sus nuevas velas, Nico descansa luego de haber rodado bastante, Palo toma mate al costado del camino, Guille prepara una carpa con forma de paraguas. Roberto y Leandro charlan un rato antes de comenzar a rodar. Daniel y Agustín, a lo lejos viran para comenzar a volver. Recién llegan Gustavo, Cesar y Lucas y están alistado el equipo.






A su turno, cada cual corre por la pista para probar si su vela es la correcta, si la presión de sus ruedas en la adecuada o si algo más puede mejorarse.
Cada piloto está acompañado por una entidad celeste que lo cuida. A veces, esforzando los sentidos, es posible verlos por el rabillo del ojo. No todos son iguales: mientras los arcángeles surcan el cielo con un vuelo majestuoso, los querubines proponen un juego más dinámico y vuelan rasantes por el piso, suben y bajan velozmente.

En algún momento de la tarde Mariano llega con su auto y Gastón hace una aparición inesperada para luego diluirse sin que lo notemos.
Llegó el momento. Larga la primera manga y todos los corredores salen ciñendo, hasta llegar a la primera boya, en donde doblan y toman velocidad.

Vuelan pisando la tierra.

Algunas velas caen, otras de aceleran al salir de las curvas. Es una fiesta, que requiere pericia y llena al cuerpo de adrenalina. Después de ocho vueltas los pilotos terminan la carrera con ganas de más!






(sigue más luego...)

sábado, 14 de febrero de 2009

Ordenar la Fuerza




Cuatro elementos en guerra

forman el caballo salvaje.

Domar un potro es ordenar la fuerza

y el peso y la medida:

Es abatir la vertical del fuego

y enaltecer la horizontal del agua;

poner un freno al aire,

dos alas a la tierra.


Leopoldo Marechal




Foto thewind

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